jueves, 4 de noviembre de 2010

EL APARATO DIGESTIVO

En el aparato digestivo se inicia la función de la nutrición, consistente en un conjunto de procesos que intervienen en el intercambio de materia y energía entre los seres vivos y el medio en que se desarrollan. La parte fundamental de la nutrición se realiza en el interior de las células, se trata de reacciones que transforman los nutrientes en energía y sustancias necesarias para el organismo.

La nutrición abarca la adquisición de los alimentos y el anabolismo o asimilación; se trata de un conjunto de procesos metabólicos o reacciones bioquímicas de síntesis de moléculas complejas a partir de otras más sencillas, las cuales son llevadas a cabo por varios aparatos del organismo. Para poder realizar los procesos anabólicos se requiere un aporte de energía.

El aparato digestivo se encarga de la digestión y absorción de los alimentos, siendo el aparato circulatorio el encargado de distribuirlos hacia todas las células. El proceso inverso, es decir el de la degradación de las sustancias y expulsión de las materias de desecho, es el llamado catabolismo, cuyas función es realizada solidariamente por el aparato excretor, el circulatorio y el respiratorio, siendo éste último también el encargado de aportar el oxígeno que precisa el organismo para realizar las funciones anabólicas.

Partes del aparato digestivo


El aparato digestivo comienza en la boca, cuya cavidad se abre al exterior en su parte frontal rodeado por los labios. Su parte superior queda limitada por dos huesos maxilares (el paladar óseo); lateralmente se encuentran las mejillas. En la parte posterior se encuentra el velo del paladar o paladar blando, una mucosa que separa las fosas nasales de la propia cavidad bucal; el fondo comunica con la laringe. En el centro se encuentra pendida la úvula (campanilla), un lóbulo carnoso que tiene una influencia refleja durante el proceso de la deglución. La parte inferior lo constituyen una serie de músculos y membranas.



El interior de la boca está recubierta en su totalidad por un tejido epitelial o mucosa, toda ella humedecida por la mucina que segregan las glándulas salivares. Estas glándulas, en un número de tres pares, son las parótidas, submaxilares y sublinguales. Las parótidas se sitúan a cada lado de la cara, debajo y delante de la oreja; son racimosas, formadas de lóbulos, y segregan a la altura del primer o segundo molar superior mediante un canal llamado de Stenon. Las submaxilares se sitúan en la cara interna del maxilar inferior, y desembocan debajo de la lengua. Las sublinguales, se sitúan en el suelo de la boca, en la parte anterior del maxilar inferior.

Las glándulas salivares son las responsables de segregar la saliva, consistente en un líquido compuesto en su inmensa mayoría por agua, sólo un 1% contiene sales Na, Ca, K, mucina, albúmina, y la ptialina o amilanasa, ésta es una enzima que hidroliza parcialmente hasta convertir en maltosa el almidón y el glucógeno que contienen variados jugos orgánicos y semillas de muchas plantas. Aunque la secreción salivar es continua, aumenta de forma refleja durante la masticación y a la vista de los alimentos.

La boca alberga también la lengua y los dientes. La lengua es un órgano musculoso que interviene en el proceso de la deglución, mediante el empuje de los alimentos hacia el paladar blando; en la masticación, empujándolos hacia los dientes; y en la insalivación. Además, tiene una gran importancia en la fonación para modular los sonidos, y en los botones gustativos que la recubren está localizado el sentido del gusto. Por su parte, la dentición es heterodonta, es decir, las piezas dentales tienen formas distintas, motivado por el tipo de alimentación omnívora. Tras completarse el proceso de dentición, que se desarrolla a partir de la dentición de leche en la infancia, se contabilizan 32 o 28 piezas.

Procesos digestivo

En la boca tienen lugar los procesos de la masticación (reducción y trituración del alimento), y la mezcla o insalivación que da lugar al llamado bolo alimenticio. Estos procesos que tienen lugar antes de la deglución son fundamentalmente una fase de digestión mecánica, pero en realidad, como ya se dijo antes, la saliva segrega una sustancia llamada ptialina o amilanasa salivar, la cual permite que se realice también una digestión química al hidrolizar el almidón que contienen algunos alimentos y convertirlo en maltosa, que es un azúcar soluble y por tanto digerible por el organismo.



Tras la fase mecánica se produce la deglución, que es voluntaria en un principioy refleja más tarde, y que está dividida en tres tiempos: bucal, faríngea y esofágica. De la boca, el bolo alimenticio pasa a la faringe, que es el conducto de unos 20 o 25 cm. de longitud que se extiende desde el velo del paladar hasta el esófago, y que comunica igualmente las fosas nasales con la laringe a través de los orificios de las coanas (es común a los aparatos digestivo y respiratorio). Cuando el bolo pasa por la faringe se tapona la entrada a la tráquea y la cavidad nasal. A los extremos de la faringe se sitúan las amígdalas; se trata de dos glándulas de la boca en forma de almendra, constituidas por tejido linfoide, con funciones inmunitarias, y cuya inflamación es conocida como angina, aunque este término también es aplicado a otras afecciones de la faringe (amígdala faríngea o adenoide), e incluso de otros órganos muy distantes (angina de pecho).

En la faringe es donde se produce la acción refleja o involuntaria durante el proceso de deglución, en que el bolo alimenticio pasa al esófago. Este tubo esta tapizado por una mucosa de tejido epitelial, rodeada externamente por dos capas de fibras musculares, una en forma circular y otra longitudinal. Estos músculos tienen una gran importancia para el progreso del bolo alimenticio desde la entrada en el esófago hasta su finalización en el estómago, mediante la acción de los movimientos peristálticos o peristalsis



El estómago es, en los humanos y también en los animales superiores, una dilatación o ensanchamiento del tubo digestivo en forma de saco alargado de unos 25 cm. de longitud, situado a continuación del esófago, con una capacidad de hasta dos litros, y donde tiene lugar la acción química de los alimentos, mediante el jugo gástrico y las contracciones musculares. Tanto el orificio de entrada como el de salida del estómago están cerrados por unos esfínteres, el cardias y el píloro, respectivamente. El primero se abre por efecto reflejo conforme el alimento le va llegando, y el segundo va dejando pasar el alimento en pequeñas cantidades hacia la primera sección del intestino delgado (duodeno) según vayan siendo transformadas.

La cavidad del estómago posee cuatro capas o túnicas: la serosa, la muscular, la celulosa o submucosa, y la mucosa o glandular. Los movimientos peristálticos, facilitados por una musculatura de fibras oblicuas, está controlado por el sistema nervioso autónomo, y permite una total mezcla de los alimentos con los jugos gástricos. Este proceso en el estómago puede durar más o menos dependiendo de la naturaleza del alimento ingerido (una media de tres horas), pero los líquidos son procesados mucho más rápidamente que los sólidos. Los jugos gástricos son sustancias producidas por diversas células que segregan a través de las paredes del estómago; como el mucus, un lubricante y protector de las paredes del estómago; el ácido clorhídrico, que actúa sobre los alimentos ingeridos rompiendo los prótidos complejos (sustancias esenciales para el organismo como los aminoácidos, péptidos, proteínas, proteidos, etc.), transformándolos en otros más sencillos y realizando también una acción antiséptica; la pepsina, que digiere las sustancias proteínicas; o el cuajo, que coagula la leche. En el estómago, además del agua, también se produce un determinado grado de absorción de algunos medicamentos y del alcohol.

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