jueves, 4 de noviembre de 2010

Sistema esquelético

Las funciones de la relación, en cualquier ser vivo, son aquel conjunto de actividades (movimientos y sensaciones) que lo ligan o ponen en contacto con el medio que habita o le rodea. Para ejercer esta función, los seres humanos disponen de una serie de sistemas sensoriales que le dan información sobre el medio. Éstos son el sistema nervioso, los órganos de los sentidos, la piel y el sistema endocrino u hormonal. Como resultado de la sensibilidad que el organismo presenta a estos sistemas, se produce una interpretación y respuesta elaborada, ejemplo del movimiento, que es llevado a cabo por el aparato locomotor (compuesto por el sistema muscular y esquelético.

Todas las funciones de la relación en los seres humanos, tanto las estrictas como las internas, forman un conjunto estrechamente unido de difícil separación funcional. Todas las relaciones orgánicas están controladas principalmente por los sistemas nervioso y endocrino; así, los diferentes aparatos, órganos y sistemas están íntimamente ligados y equilibrados de forma continuada mediante impulsos o inhibiciones que, respectivamente, estimulan o frenan su funcionamiento según se necesite.

Las glándulas endocrinas, sintetizando las hormonas, y la actividad de los sistemas nerviosos central y autónomo (el cerebroespinal y el neurovegetativo), son los responsables de todas las actividades de relación. Mediante impulsos eléctricos la información es transmitida a través de una red nerviosa a sus terminales, a una velocidad de entre 1 y 100 metros por segundo. Por su parte, la información que se transmite por vía hormonal es mucho más lenta, ya que su medio de transporte es la sangre, la cual puede tardar entre unos pocos segundos a minutos en ser recibidas en su puntos terminales.

El aparato locomotor



El aparato locomotor está constituido por el conjunto de los huesos, músculos y articulaciones. Su función es facilitar la deambulación voluntaria en respuesta a las órdenes recibidas de los sistemas nervioso y endocrino. La estructura de los huesos constituye el esqueleto, consistente en unos elementos pasivos del aparato locomotor que actúan como soporte y protección de las partes más delicadas del organismo. Por el contrario, los músculos constituyen el elemento activo, dado que intervienen directamente facultando el movimiento.



Algunos músculos no están asignados específicamente a realizar actividades locomotoras, por ejemplo los de la cara, capaces de expresar gestos, sentimientos y estados de ánimo; o los que emiten sonidos, como la voz, que permiten realizar a los humanos la actividad de comunicación más efectiva con su entorno. Ésta es probablemente una de las capacidades de relación más importantes en el ser humano, pues no sólo constituye un medio de comunicación vocal con otros congéneres, sino también de expresión artística y social (canto, poesía, etc.).



Sistema esquelético


El sistema esquelético está formado por tejido óseo compacto y esponjoso en diferentes proporciones, y adherido a él se encuentra una membrana vascularizada de tejido conjuntivo llamado periostio. La unión entre los huesos se realiza mediante articulaciones.

Huesos

Cada tipo de tejido óseo existe en el organismo en proporciones que dependen directamente de las fuerzas o tensiones que tiene que soportar. Así, se distinguen los siguientes.

Huesos planos: predomina en ellos la superficie más que el volumen. Están compuestos por dos capas de tejido óseo compacto que encierran otra de tejido óseo esponjoso. Ejemplo de este tipo de huesos son los omóplatos, cráneo y el pubis.

Huesos cortos: son pequeños y en general proporcionados por todos sus lados. Se encuentran habitualmente en la columna vertebral y las articulaciones, ejemplo de las vértebras, carpo y tarso.

Huesos largos: son los de mayor longitud del organismo. Predomina en ellos el tejido óseo compacto de la caña. Constituyen las extremidades.

Durante el crecimiento de los huesos en longitud éstos poseen células cartilaginosas que van siendo sustituidas por células de tejido óseo. Al concluir esta etapa, es decir, al final de la adolescencia, el cartílago de crecimiento ya está totalmente osificado. Por su parte, el crecimiento en grosor tiene lugar mediante el depósito de capas concéntricas de hueso a partir del tejido conjuntivo o periostio.

Los tejidos de los huesos, así como las sales minerales que contienen, son renovados permanentemente a lo largo de toda la vida de los vertebrados. Este proceso se lleva a cabo por las células denominadas osteoclastos y osteoblastos; las primeras se encargan de reabsorber (destruir) el tejido óseo para facilitar después su reconstrucción, mientras que las segundas lo reconstruyen produciendo la sustancia intercelular de ese tejido. Durante este proceso, las sales de calcio también son reemplazadas, pero si la sangre no aporta este mineral a través de la dieta, entonces puede ser liberado desde el esqueleto favorecido por la vitamina D, y las hormonas endocrinas de la glándula paratiroides metabolizadoras del calcio y fósforo.

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