jueves, 4 de noviembre de 2010

EL SISTEMA CIRCULATORIO

El sistema circulatorio es un conjunto de vasos, arterias, venas, capilares sanguíneos, vasos linfáticos, y un órgano impulsor: el corazón. Sus funciones son las de realizar la circulación de los líquidos internos (sangre y linfa), llevando a las células el oxígeno y sustancias necesarias para el metabolismo, recogiendo a su vez los productos de desecho. Además, también interviene en el mantenimiento del equilibrio iónico, la distribución de vitaminas y hormonas, la regulación hídrica de los tejidos, y la defensa frente a las agresiones infecciosas externas.

El sistema circulatorio es cerrado en los humanos, es decir, circula siempre por el interior de vasos sanguíneos (arterias y venas). En muchos animales este sistema es abierto (la sangre encharca directamente los tejidos).

El corazón



En los animales, en general, el sistema circulatorio consta de un órgano impulsor único o múltiple (el corazón), el cual propulsa la sangre describiendo ciclos completos; en otros casos simplemente se limita a realizar un movimiento de vaivén de la sangre. animales que tienen corazón son, por ejemplo, los moluscos, artrópodos y vertebrados. El corazón es, en los animales inferiores, una simple dilatación de un vaso; en los animales superiores suele ser musculoso, contráctil y con dos, tres o incluso cuatro cavidades (como en los humanos), son las llamadas aurículas y ventrículos.



Definición y funcionamiento general


El corazón de los humanos es un músculo hueco, con forma de cono invertido y la punta ligeramente inclinada hacia la izquierda; tiene un peso aproximado de 300 gramos. Se sitúa en la cavidad torácica, entre los pulmones, y está dividido en dos aurículas y dos ventrículos; cada aurícula se comunica con el ventrículo de su mismo lado. En la aurícula izquierda entra la sangre oxigenada procedente de los pulmones, siendo enviada al ventrículo izquierdo para ser impulsada a las arterias.

Cuando la sangre recorre todo el cuerpo se va convirtiendo en venosa (recoge los desechos) y retorna por las venas a la aurícula derecha, de aquí al ventrículo derecho, y finalmente a los pulmones donde se oxigena de nuevo para iniciar otro ciclo. Todo este proceso requiere que exista una circulación sanguínea, por ello el corazón realiza una serie de movimientos de dilatación o relajación (diástole) y contracción (sístole).

Tejidos cardíacos

El corazón tiene tres capas de tejidos que son, comenzando desde su interior, el pericardio, miocardio y endocardio.
- El pericardio es una cubierta fibrosa de doble capa, con la cara inferior revestida de una membrana serosa (epicardio) que envuelve el corazón, y que en su interior acoge el líquido pericárdico.
- El miocardio es el tejido muscular del corazón, encargado de la contracción, situado entre el epicardio y el endocardio. Las fibras miocárdicas presentan un disposición particular, que permiten durante la contracción (sístole) la expulsión de la sangre ventricular a través de las válvulas hacia las arterias aorta y pulmonar.
- El endocardio es una membrana de tejido epitelial plano que tapiza las cavidades del corazón y del aparato valvular, y continúa en los vasos sanguíneos que salen y van a parar al corazón. Su misión es impedir que la sangre se coagule en el interior del corazón.

Cavidades y válvulas auriculoventriculares


El corazón humano está dividido en dos mitades independientes que albergan las cavidades auriculoventriculares: la parte izquierda bombea sangre a todo el organismo, y la derecha lo hace sólo hacia los pulmones. Cada una de estas partes consta de una aurícula y un ventrículo comunicados entre sí mediante las válvulas auriculoventriculares. La válvula del lado derecho, es decir, la situada entre la aurícula y el ventrículo derechos, se llama tricúspide, en referencia a que está compuesta por tres láminas terminadas en tres cúspides o puntas.

La válvula del lado izquierdo, es decir, la que está entre la aurícula y ventrículo izquierdos, se llama bicúspide, porque posee dos láminas; también se llama válvula mitral, en referencia a que tiene forma semejante al de una mitra. Las láminas valvulares están sujetas a las paredes interventriculares mediante fibras tendinosas. El cierre y apertura de las válvulas se realiza en función de las contracciones del corazón, dejando pasar la sangre de las aurículas a los ventrículos.

Ciclo cardíaco


El latido cardiaco es el resultado del ciclo de sístoles (contracciones) y diástoles (relajaciones) alternativos de las cámaras del corazón. Este latido tiene una duración aproximada de 0,8 segundos. Durante la sístole auricular, que dura unos 0,15 segundos, las dos aurículas se contraen para impulsar la sangre a los ventrículos, los cuales están en ese momento en la fase de diástole ventricular (relajados). En esos instantes las venas que entran en el corazón están cerradas, evitándose así que la sangre retroceda. Durante la sístole ventricular, que dura una 0,3 segundos, los ventrículos se contraen para expulsar la sangre hacia las arterias; en ese momento las aurículas están en la fase de diástole auricular (relajadas), y las válvulas bicúspide y tricúspide se cierran para evitar que la sangre retroceda hacia ellas. Finalmente, se produce una fase de relajación de las aurículas y ventrículos (diástole general) que dura unos 0,4 segundos, a partir de la cual se iniciará un nuevo ciclo.

Estímulo y ritmo cardíaco


El corazón regula las contracciones mediante un exclusivo sistema de tejido nervioso, el tejido nodal, que se localiza en varias zonas del miocardio. El estímulo nervioso que propicia el latido se inicia en el llamado nódulo senoauricular (marcapasos del corazón), localizado en la aurícula derecha, en la base de la vena cava superior. A través de la pared auricular, el estímulo llega al nódulo auriculoventricular, localizado en la base del tabique interauricular, continúa por el fascículo de His, se ramifica en dos a ambos lados del tabique interventricular, y se distribuye finalmente al miocardio de ambos ventrículos a través de las fibras de Purkinje. El ritmo cardíaco es normalmente de 60-70 latidos por minuto, pero puede verse alterado (acelerado o retardado) a través del sistema nervioso simpático y parasimpático, por la acción de centros localizados en la médula espinal y el bulbo raquídeo.

Con un fonendoscopio aplicado al pecho se pueden escuchar e identificar los sonidos producidos por el corazón durante las distintas fases de contracción y relajación. El ruido de la contracción indica que se manifiesta la sístole ventricular, es un sonido más largo y menos perceptible que la diástole, y en la cual se produce una tensión de la musculatura. Por su parte, en la diástole se percibe un sonido más corto y claro, indicativo de que se cierran las válvulas de las arterias aorta y pulmonar. El médico o cardiólogo puede detectar algunas lesiones del corazón con sólo escuchar estos sonidos; por ejemplo, si las válvulas no efectúan sus funciones de apertura y cierre con normalidad, se manifiestan unos ruidos característicos en forma de "soplos" cardiacos.

Arterias


Las arterias son los vasos sanguíneos de consistencia membranosa y elástica por los que circula y se distribuye la sangre que lanza el corazón al contraerse los ventrículos. Son los vasos que poseen la pared más gruesa, la cual consta de tres capas: la interna, o íntima, formada por endofelio; una media dotada de numerosas células de fibras elásticas y musculatura lisa; y una externa o adventicia, compuesta de fibras elásticas y de colágeno.

La arteria principal en el cuerpo humano es la aorta. De ella nacen todas las demás arterias, excepto la pulmonar, que aunque se identifica como una arteria en realidad conduce sangre venosa del ventrículo derecho a los pulmones. Desde su nacimiento, la aorta forma una porción ascendente de la que parten las arterias coronarias derecha e izquierda, que irrigan el músculo cardíaco.

De otra porción incurvada atrás y a la izquierda de la aorta (el cayado aórtico), nacen las braquicefálicas (relativas a los brazos y la cabeza) cuyas divisiones, las carótidas y subclavias, llevan la sangre a la cabeza, cuello y miembros superiores. La carótida derecha sale de la arteria subclavia derecha y se divide en dos ramas, una externa que riega la cara y superficie de la cabeza, y otra interna que va al encéfalo La carótida izquierda parte en la zona superior del cayado aórtico y se divide igualmente en dos ramas simétricas a las de la región derecha. Las arterias sublcavias salen de la parte superior de la aorta y riegan las extremidades superiores.

De una porción final de la aorta, descendente, que se divide en dos segmentos, torácico y abdominal, por encima y debajo del diafragma respectivamente, parten las arterias bronquiales, intercostales, esofágica y diafragmática, en su parte torácica; y la hepática, coronaria, estomáquica, esplénica, renales, y otras, en su porción abdominal.

Finalmente, por encima de la pelvis se originan y bifurcan las ilíacas, tanto internas como externas, las cuales irrigan los órganos pelvianos y miembros inferiores.



Venas


Las venas son los vasos sanguíneos que, partiendo de la unión de los capilares de los diferentes órganos y tejidos, devuelven la sangre al corazón. Aunque presentan las mismas capas que las arterias, éstas son en realidad mucho más finas, especialmente la capa muscular, debido a que la sangre regresa al corazón a una presión menor.

Las venas poseen en su mayoría a lo largo de su recorrido, especialmente en las extremidades inferiores, unas válvulas o pliegues valvulares en forma de nido de golondrina, que impiden el reflujo de la sangre, es decir, no permiten que la sangre pueda retroceder.

Las venas pueden ser superficiales y profundas. En este caso acompañan a las arterias, y suele haber dos venas por cada arteria. La venas más importante en el cuerpo humano son las venas cavas. Son dos: una superior que recoge la sangre de la mitad superior del cuerpo (extremidades torácicas, cuello y cabeza), y otra inferior que la recoge de los órganos situados por debajo del diafragma (abdomen y extremidades inferiores). Ambas venas desembocan en la aurícula derecha.

- La vena porta está formada por la reunión de las venas procedentes del intestino, estómago y bazo, que una vez capilarizada de nuevo llega y riega el hígado.
- Las venas pulmonares recogen y transportan la sangre oxigenada en los pulmones hasta la aurícula izquierda. A diferencia de las otras venas, éstas transportan sangre arterial en vez de venosa.
- Las subclavias, llamadas así porque están situadas debajo de las clavículas, recogen la sangre venosa de las extremidades superiores y la vierten en la vena cava superior.
- Las yugulares se sitúan a uno y otro lado del cuello. Son cada una de las cuatro venas (anterior, externa, interna y posterior) que recogen la sangre de la cabeza. La anterior y externa son superficiales.
- Las coronarias o cardíacas, son las venas que "coronan" la aurícula izquierda del corazón. Nacen en la aorta, muy cerca de su origen, y riegan las paredes externas del corazón.

Capilares


Los capilares son vasos sanguíneos microscópicos, prolongación de las arteriolas o pequeñas arterias, que establecen la comunicación con las vénulas o pequeñas venas, en una disposición de lecho o red anastomótica, es decir, a su través se produce finalmente la comunicación de las arterias con las venas para que la sangre pueda regresar al corazón. La pared de los capilares está formada por una delicada membrana basal de origen conjuntivo, y por células endoteliales, o sea, un epitelio formado por una sola capa de células que tapizan su cavidad interna. A través de las paredes de los capilares se produce el intercambio entre sangre y tejidos de los gases, nutrientes, y productos de desecho del metabolismo celular.

La circulación sanguínea


La circulación sanguínea es es un movimiento continuo de la sangre, en una dirección determinada, mediante conductos adecuados, pasando por un centro propulsor o corazón, y por los órganos respiratorios, todo ello con objeto de llevar a las células las sustancias y oxígeno que necesitan para el metabolismo, así como recoger los productos de desecho para su eliminación. La circulación es sencilla cuando, en cada recorrido, la sangre pasa una sola vez por el corazón, como sucede en los peces; y es doble, cuando pasa dos veces por ese órgano, como sucede en el cuerpo humano y los vertebrados superiores. Por su parte, se dice que es completa cuando la sangre venosa y arterial no se mezclan nunca, e incompleta cuando sí lo hacen aunque sea de forma parcial.

En los humanos la circulación se realiza a través de dos circuitos: el menor, derecho o venoso, que recoge la sangre vertida en la aurícula derecha por medio de las venas cavas, la cual pasa al ventrículo derecho y de éste, a los pulmones mediante la arteria pulmonar que se bifurca en dos, una por cada pulmón, y donde se capilariza y se produce el intercambio gaseoso; y el circuito mayor, izquierdo o arterial, que recoge la sangre oxigenada y la conduce por medio de las venas pulmonares hacia la aurícula izquierda, y de ésta al ventrículo izquierdo que la empuja hacia la artería más importante, la aorta, cuyas ramificaciones reparten la sangre por todo el organismo, cada vez en ramillas más finas que integran el sistema capilar (primero se bifurcan en arteriolas que después terminan en capilares), y cuya función es irrigar los tejidos llevándoles sustancias y oxígeno (O2) para que se ejerzan las funciones celulares del metabolismo.

Mediante la anastómosis, que como ya se dijo consiste en la comunicación de las redes capilares arteriales y venosas, la sangre se va cargando de productos de desecho del metabolismo (dióxido de carbono o CO2 y otros residuos). Las raicillas venosas (vénulas) se van reuniendo y formando venas cada vez mayores, hasta constituir las venas cavas superior e inferior, que una vez desembocadas en la aurícula derecha del corazón inician de nuevo el ciclo circulatorio. En este sistema cerrado vascular existen también influjos constantes de carácter hormonal, y del sistema nervioso vegetativo, que regula funciones en su doble aspecto simpático y parasimpático.

El descubrimiento de la función circulatoria corresponde al médico español Miguel Servet, a Cesalpino, Harvey y Malpighi.

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